martes, 16 de octubre de 2012

Alma del bosque




Caminando, en un camino de tierra, sin sentido ni rumbo fijo, sin tiempo, sin saber si era real o imaginario, zigzagueando por un bosque oscuro. Grandes árboles alrededor, la luz apenas podía traspasar sus copas y se metía con sacrificio entre las hojas. Era difícil poder orientarse en el lugar, simplemente quedaba seguir el camino marcado y andar.
El aire se sentía pesado, olor a tristeza y humedad, las hojas y ramas crujían con los pasos y junto al sonido del viento en las copas eran los únicos que se podían escuchar.
Sombras negras en un paisaje negro, no se podía encontrar allí una salida, todo era bosque y al caminar hacia su corazón todo se volvía mas lúgubre, el aire era irrespirable, en su mismo centro.
Sentada en ese suelo húmedo, alfombrado de hojas y musgos, apoyada en un tronco áspero que se hacía sentir en la espalda, una figura allí estaba, los ojos cerrados, no se sabía si durmiendo o pensando. Una figura negra que se confundía con las sombras del bosque.
A lo lejos, una pequeña luz, muy despacio se acercaba, una luz blanca y brillante y a su paso el paisaje cambiaba.
Poco a poco, y a medida que avanzaba, la luz tomaba forma humana.
Una figura blanca a la figura negra lentamente se acerca. Extiende su mano y acaricia apenas rozando su cabeza. 
La figura negra, ahora despierta, se incorpora y ambos se funden en un abrazo que a todo el bosque transforma, la luz ahora es plena, se siente como si arriba se hubiese disipado una gran tormenta.
El bosque escuro cambia totalmente, el aire ahora es puro, los rayos de sol pasan libres entre las copas y con las hojas juegan, el suelo se transforma en una verde alfombra y los pájaros tranquilos vuelven a los nidos.
La paz, la calma, el color y todo lo bello a ese oscuro bosque regresan de la mano de una caricia que simplemente rozó una cabeza, como un pequeño toque al alma de ese bosque tan negro. 


Mafiqui

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